
Para prevenir las enfermedades transmisibles podemos optar por actuar sobre: el punto desde donde se produce la infección (fuente de infección), la vía de transmisión de la enfermedad o el individuo sano predispuesto. Es en este último eslabón donde se actúa inmunizando a la persona.
La inmunización activa produce en el individuo una respuesta inmune frente a un antígeno, elaborando sus propios anticuerpos. Esta inmunidad se puede adquirir de dos formas, o bien padeciendo la enfermedad o a través de la vacunación. Las vacunas son preparados antigénicos, formados por microorganismos y otros agentes, que tienen atenuado su poder patógeno y provocan en el individuo protección inmunitaria.
‘El objetivo de la inmunización es provocar, sin consecuencias perjudiciales para el sujeto, un grado de resistencia igual o mayor al consecutivo a un ataque clínico de la infección natural’ (La inmunización en la lucha contra las enfermedades transmisibles. OMS). Las vacunas se administran con el fin de procurar inmunidad y proteger a la persona vacunada, aunque en el caso de las enfermedades transmisibles esta protección se extiende a las personas no vacunadas, al romperse la cadena de transmisión de la enfermedad (inmunidad de rebaño).
La sangre del neonato contiene anticuerpos contra determinadas toxiinfecciones, ya sean bacterianas o víricas, si estos existen en la sangre materna.
Creemos que estaréis de acuerdo que toda enfermedad infecciosa que pueda prevenirse mediante una adecuada vacunación debe ser tratada y controlada eficazmente. Como norma general se contraindican en la embarazada las vacunas de microorganismos vivos o atenuadas (sarampión, rubeola y parotiditis). Considerándose seguras aquellas que utilizan virus o bacterias muertas o inactivadas.

Durante el embarazo se producen cambios inmunológicos que modifican la susceptibilidad de la madre y su futuro hijo a padecer determinadas infecciones. En nuestro medio el sistema sanitario cumple sobradamente la cobertura de ciertas enfermedades transmisibles mediante el calendario vacunal de la CCAA.
Toda mujer en edad fértil debería tener un control individualizado de su estado inmune, puesto que determinadas vacunas administradas en la infancia no inducen inmunidad toda la vida.
Durante el embarazo se deben tener actitudes que incentiven la vacunación de la mujer, considerando que hay una serie de vacunas totalmente indicadas – gripe, tétanos, tosferina, difteria – otras que son recomendadas según las circunstancias – vacunas inactivadas – y otras contraindicadas – vacunas vivas atenuadas.
A través de la vacuna antigripal se busca la protección materna y fetal. La gripe se puede asociar durante el primer trimestre a malformaciones cardíacas y labio leporino, ya en el segundo y tercer trimestre a una mayor tasa de abortos, partos pretérmino y bajo peso del neonato. Este riesgo se incrementa si se suma a otras situaciones como diabetes y obesidad.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que se vacune a las embarazadas en cualquier estadio de la gestación, mediante una vacuna trivalente inactivada. Algunas veces la vacuna produce reacción a las horas de administrarse provocando febrícula, malestar y molestia en la zona de punción, que puede hacer creer erróneamente que le ha producido la gripe.
Como consecuencia del incremento de la enfermedad de la tosferina, especialmente en menores de 6 meses, se decidió llevar a cabo un programa de vacunación frente a esta en embarazadas. Especialmente entre las semanas 27-28 y 32-36 de gestación, independientemente del estado de vacunación previo y en cada una de las gestaciones.
Esta vacuna permite que al inmunizar a la mujer esta no contamine al neonato, además de transferir anticuerpos – defensas – a través de la placenta al feto, que lo protegerá hasta su vacunación a los 2-3 meses de vida.
Frente al tétanos y la difteria, en embarazadas correctamente, se puede administrar una dosis de recuerdo en el segundo o tercer trimestre de gestación. Si se desconoce el estado de inmunización se administra una dosis de tétanos y difteria. Ante una herida donde se deba aplicar la vacuna antitetánica, colocar preferentemente la vacuna Tdpa y , si precisa, la gammaglobulina antitetánica.
La inmunización frente al tétanos se debería realizar a toda gestante durante el séptimo mes de embarazo, aunque actualmente se recomienda la vacuna tétanos-difteria (por los brotes de difteria en los países del este de Europa).
Hay una serie de vacunas que se recomendarán dependiendo de diferentes situaciones.
Vacuna de la hepatitis A, es inactivada y no se contraindica durante la gestación, aunque está indicada en determinadas situaciones de riesgo: usuarias de drogas, viajar a zonas endémicas, enfermedades hepáticas crónicas y riesgo profesional.
Hepatitis B, esta vacuna contiene antígeno Australia (HbsAg) y se indica su administración a personas seronegativas (aquellas que no tienen anticuerpos específicos frente a un antígeno determinado) con riesgo de exposición al virus y en los casos de profilaxis posexposición.
También se consideran seguras las vacunas antineumocócicas, actualmente se usa la vacuna conjugada, que genera inmunidad celular y protección a largo plazo. ¿En qué casos? Infección por VIH, leucemia, enfermedad renal crónica, inmunodepresión, linfoma, entre otros.
En el caso de las vacunas antimeningocócicas, no hay riesgo de administrarlas durante el embarazo. Indicada en el caso de: viajes al África subsahariana, epidemias, etc. Respecto a la polio (tipo Salk o vacuna inactivada), se recomienda su administración cuando se produzcan desplazamientos a zonas endémicas, careciendo esta de efectos adversos maternos-fetales.
Recomendadas ocasionalmente.
A pesar de ser una vacuna de virus vivos, la vacunación contra la fiebre amarilla está indicada en caso de viaje a zonas endémicas. Si la mujer no está embarazada, debería esperar cuatro meses tras la vacunación y en bebés menores de doce meses mejor no administrar por el peligro de transmisión del virus.
La vacuna de la rabia se puede administrar a la embarazada si se viaja a zonas de elevada prevalencia e incluso en el caso de que hubiese habido exposición al virus. En el caso de la vacuna de la fiebre tifoidea (si es la vacuna parenteral inactivada), encefalitis centroeuropea y encefalitis japonesa se recomienda su uso si se producen desplazamientos a zonas endémicas. Os dejamos un esquema que resume lo anteriormente expuesto (cuadro inferior).

Contraindicadas.
Virus del papiloma humano, a pesar de ser una vacuna inactivada, no se tienen datos sobre su seguridad.
Triple vírica (sarampión, rubeola y parotiditis), la administración de esta vacuna de virus vivos conlleva riesgos materno-fetales. La mujer debería esperar 28 días hasta quedar embarazada tras colocarse esta vacuna, aunque si se administra durante el embarazo no implica la interrupción del mismo.
Varicela, se evitará el embarazo hasta cuatro semanas tras su administración y al igual que en el caso anterior, no precisa interrumpir el embarazo si se pone inadvertidamente, aunque se deberá informar de sus consecuencias. Y por último la vacuna BCG, que se contraindica a pesar de ser una vacuna atenuada.
La ausencia de continuidad o dejadez en los planes vacunales conllevarán a la reaparición de enfermedades infecciosas anteriormente controladas, como en el caso de la tosferina o el sarampión. Ante las informaciones que hacen dudar de la validez de las vacunas, resaltar que estas son el resultado de estudios clínicos que subrayan su seguridad y eficacia. Y en todo caso, los sistemas sanitarios se encargan de establecer sistemas de vigilancia y evaluación constante de su aplicación.
Bibliografía:
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Manual básico de Obstetricia y Ginecología. Disponible en:
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Vacunación en mujeres embarazadas. Series de especialidad clínica. Disponible en: http://journals.lww.com/greenjournal/Documents/Jan2015_Translation_Swamy.pdf.
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Avances en vacunas: vacunas en el embarazo. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4819460.
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Vacunación en el embarazo. Grupo de Patología Infecciosa. Disponible en:
