La idea de suprimir el dolor durante el proceso del parto es algo inherente al proceder sanitario, aunque no imprescindible. Lo primero que debemos distinguir es entre dos conceptos que suelen confundirse, a saber: analgesia y anestesia. El primero hace referencia a la supresión del dolor y en el segundo añadimos la eliminación de la conciencia y la sensibilidad.

El dolor que experimenta la gestante es resultado de una confluencia de estímulos físicos, psíquicos y socioculturales. Por ello es interesante abarcar esta sensación desde distintos puntos de vista, por ejemplo, además de ofrecer una analgesia eficaz añadir un acompañamiento profesional adecuado que además de aportar asistencia técnica sea capaz de reducir la posible ansiedad que genera esta situación.
Nosotros deseamos alcanzar una adecuada analgesia que facilite la progresión del parto en las mejores condiciones para la mujer. Y por ello la analgesia epidural se ha convertido en el estándar de la analgesia obstétrica.
Muchos son los métodos que se pueden emplear para aliviar el dolor en la gestante: síquicos, por inhalación de gases, hipnosis, acupuntura, estimulación eléctrica nerviosa transcutánea, entre otros. Sin embargo, aquellos cuya eficacia ha sido demostrada mediante estudios científicos, son los siguientes: por un lado, los métodos no farmacológicos (apoyo durante el parto, inyección dérmica de suero estéril e inmersión en agua). Y en segundo lugar los métodos farmacológicos (anestesia inhalatoria, analgesia parenteral, bloqueo paracervical, bloqueo de nervios pudendos, analgesia local, bloqueo espinal (donde encontramos la analgesia epidural) y anestesia general).
En nuestro centro habitualmente recurrimos al uso de clorpromacina (con efecto secundario hipotensor), la petidina (dolantina®) normalmente se administra vía intramuscular de 50 a 100 mgr con un efecto principalmente sedante (con efectos secundarios, como son: nauseas, vómitos y desorientación). Aunque la administración de todo tipo de analgesia queda sujeta a la valoración de los profesionales y la consecuente eficacia de su uso para cada caso.
El método más empleado y solicitado en nuestro medio es la analgesia epidural.
Para su colocación debe estar adecuadamente indicada (ver anexo), para esto debería acudir a la consulta de anestesia y ser valorada por el facultativo. Teniendo en cuenta los pros y contras, se determinará si existe alguna contraindicación (ver anexo) y si cumple los requisitos, como son: comprensión y aceptación de la técnica, control de constantes materno, comprobar el estado del bienestar fetal y que lo solicite.

¿Cómo posicionarte? Seguro que tu matrona de atención primaria ha hecho hincapié en estos detalles, pero no está de más repetirlos. Como norma general se administrará este tipo de analgesia cuando está iniciado el parto, con cierta dilatación y condiciones que ya explicamos en otra entrada, con la documentación de la consulta de anestesia y siguiendo las indicaciones del anestesista, se canaliza una vía periférica y se perfunde suero, se os sentará en la cama (también se puede colocar acostada de lado, en posición fetal) y colaborareis si relajarais la espalda, siguiendo las indicaciones de los profesionales que os atienden. Ante cualquier duda preguntar.
La/el anestesista administrará anestésico local para reducir la molestia a la hora de introducir el catéter hasta el espacio peridural. Una vez insertado y fijado se iniciará la perfusión continua del analgésico, con una serie de ventajas: no se pierde la conciencia, permite que la mujer se implique activamente durante la dilatación y el parto, no atraviesa la placenta (no afecta al feto) y si fuera necesario realizar una cesárea puede utilizarse (incrementando la dosis).

La analgesia epidural proporciona un alivio del dolor mayor que otra analgesia durante cualquier fase del parto y todo ello con gran seguridad, siendo el método de elección para aliviar el dolor durante el parto. Otras consideraciones a tener en cuenta son: la analgesia peridural en fases tempranas del trabajo de parto no aumenta el riesgo de cesárea y sobre todo, que la indicación de dicha analgesia es la existencia de dolor en la gestante (y que esta reclame esta técnica).
Por tanto, no debe ser obstáculo proveer a una paciente en trabajo de parto de un método analgésico conductivo eficaz en cualquier momento que ésta pueda requerirlo.
Entre sus posibles efectos secundarios podemos encontrar principalmente hipotensión (por su efecto vasodilatador). Ocasionalmente se puede desplazar el analgésico hacia el canal dural y provocando generalmente cefalea.
Tras su administración, la gestante, debe permanecer en posición supina (boca arriba) durante el tiempo preciso para que lo administrado le haga efecto por igual. Durante el posparto inmediato, tras el nacimiento de tu hijo y tras la última revisión te retiraremos el catéter antes de subir a planta.
En suma, la mejor de las técnicas de analgesia será la que produzca mínimos efectos sobre el feto y sobre la evolución del trabajo de parto. Entre las ventajas e inconvenientes encontramos (modificado del tratado de Obstetricia y Ginecología. J. A. Usandizaga y P. de la Fuente):
Ventajas:
♣ Una adecuada analgesia que logra un bloqueo sensorial del periné.
♣ La mujer no pierde la conciencia, lo que conlleva que pueda asistir plenamente al nacimiento de su hijo.
♣ El medicamento anestésico no atraviesa la placenta.
♣ Si se debe realizar cualquier intervención (legrado, cesárea) puede usarse dicho catéter.
Inconvenientes:
♦ El bloqueo simpático produce vasodilatación y puede provocar hipotensión (que a su vez repercute sobre el feto).
♦ Retención urinaria.
♦ Aumento de partos vaginales instrumentales.
♦ Un periodo expulsivo más largo.
♦ Mayor necesidad de uso de oxitocina.
♦ Tras la administración la mujer permanece cierto tiempo en supino, lo que impide la libertad de movimientos.
♦ Una posible disminución de la capacidad motora de los miembros inferiores.
♦ Puede producirse pérdida de sensibilidad que provoca que la sensación de pujo disminuya.
♦ El más importante es que se alcance el canal dural (donde está el líquido cefalorraquídeo) y que produzca síntomas molestos, especialmente cefaleas.
“El parto causa severo dolor para muchas mujeres. No existe otra circunstancia en donde sea considerado aceptable que se experimente un dolor de gran magnitud no tratado. Se debe tratar con una intervención segura siempre y cuando esté bajo cuidado médico. En ausencia de una contraindicación médica, la solicitud materna es una suficiente indicación médica para aliviar el dolor durante el parto” (ACOG, 2006).
