Como citábamos en otro artículo, ante diversas circunstancias se determinará la inducción del parto, una situación que podrá finalizar con el nacimiento de tu hijo mediante vía vaginal o cesárea.
En España desde el 2004 al 2012 las tasas de cesáreas permanecen constantes, alrededor del 25%. Existiendo diferencias significativas entre diferentes comunidades autónomas, donde destacan las cifras ajustadas del País Vasco, Navarra y Asturias con porcentajes del 12,64%, 15,98% y 16,98% respectivamente (INE 2011), por el contrario las tasas más elevadas se centran en Extremadura, Castilla y León y la Comunidad Valenciana con un 27,49%, 25,46% y 24,51% respectivamente. Por otro lado, la OMS señala como cifras adecuadas las que se sitúan entre el 10 y el 15%. En el gráfico inferior tienes los porcentajes pormenorizados (tomado de ‘Evolución de la tasa de cesáreas en los Hospitales Generales del Sistema Nacional de Salud, años 2001-2011’).

Consideramos que se produce fallo de inducción cuando tras intentar provocar el parto, este no se ha producido a pesar de utilizar determinados fármacos y como consecuencia se procederá a una cesárea. ‘Normalmente se considera que el parto debe terminar dentro de las 12-16 horas que siguen al comienzo de la inducción’ (Tratado de Obstetricia y Ginecología. J.A. Usandizaga y P. de la Fuente. Mc Graw). La inducción aumenta el riesgo de cesárea. La obesidad y ganancia excesiva de peso incrementa significativamente el número de cesáreas.

‘En España la tasa de partos inducidos varía desde el 9,5% hasta el 33,7% anualmente. La IDP (inducción del parto) en embarazos a término precoz, ha pasado de un 2% a un 8% gracias al diagnóstico temprano de la patología fetal y materna’, Troyano Luque, jefe clínico de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Tenerife (tomado de actasanitaria.com).
Tras un parto inducido que se prolonga son frecuentes, en la gestante, las infecciones y las hemorragias secundarias a atonía uterina. Además el uso de oxitocina intravenosa provoca retención hídrica e intoxicación acuosa consecuencia del efecto antidiurético de dicha hormona. Por otro lado, en el neonato puede provocar infección e hipoxia.
Cuando se produce lo que denominamos como fallo de inducción o lo que es lo mismo la no evolución del trabajo de parto, se procederá a la cesárea. Esta última es considerada como la intervención obstétrica más frecuente, mediante la cual se extrae al feto por vía abdominal, realizándose en un porcentaje superior al 85% por las siguientes causas: cesárea previa, distocia (de diferente índole), PBF (pérdida de bienestar fetal) y presentación pélvica.
Entre los aspectos que se aprecian ante esta intervención quirúrgica, se sitúan:
a. Incremento de la frecuencia, con la consiguiente repercusión en la gestante (morbilidad) y también en los costes sanitarios.
b. Su banalización, se otorga poca importancia a esta operación por parte de las usuarias.
c. Equipararla con el parto vaginal, teniendo en cuenta que el riesgo relativo de morbilidad materno-fetal es de dos a tres veces superior que en el parto.
d. Práctica de una medicina defensiva.

Entre las consecuencias de la cesárea podemos encontrar:
Consecuencias maternas
1. Aumento de la morbi-mortalidad materna (infecciones – en un 90%, embolia, hemorragia, anemia, etc).
2. Reducción de la fertilidad.
3. Psicológicas.
4. Complicación de la placentación en embarazos posteriores.
Consecuencias fetales
1. Aumento de la morbilidad respiratoria (por ejemplo; membrana hialina).
2. Disminución de las tasas de lactancia materna.
3. Incremento de las enfermedades atópicas.
Entre otras razones, la tasa de cesáreas continúa aumentando porque:
a. Las mujeres tienen cada vez menos hijos, por lo que los nacimientos ocurren en nulíparas (sin ningún parto previo) que tiene mayor riesgo de cesáreas.
b. Al aumentar la edad materna promedio, sobre todo si son nulíparas, se eleva la tasa de cesáreas.
c. Por otro lado el uso de vigilancia fetal por medios electrónicos se vincula con una mayor tasa de cesáreas.
d. Gran parte de los fetos de nalgas se extraen por cesárea.
e. Las tasas de inducción del trabajo de parto continúa aumentando lo que se relaciona con un incremento de las cesáreas (especialmente en nulíparas). Como contrarréplica tenemos el avance, y así consta en nuestro medio, de partos vaginales tras cesáreas previas.
f. Otra circunstancia que refrenda el uso de la cesárea, es por constituirse como la intervención más segura para resolver distocias preservando la integridad materno-fetal (consecuencia de los avances en técnicas quirúrgicas y anestesia).
Para algunos autores (SEGO. Congreso Sevilla 2011) se podrían mejorar las tasas de cesáreas, si se actúa:
1. Se pasa a la gestante a dilatación en periodo activo de parto (3-4 cm de dilatación y al menos 3 contracciones en 10 minutos – OMS).
2. Madurar el cérvix ante índice de Bishop inadecuado.
3. Considerar el fallo de inducción2 tras unas 8 a 12 horas de dinámica adecuada.
4. Ni la gestación múltiple, ni la diabetes o la macrosomía son contraindicaciones para parto vaginal tras cesárea previa.
Sin menoscabo de las indicaciones propias de la cesárea, en determinados centros se respalda la intervención electiva, por diversas razones, como pueden ser: evitar daño del suelo pélvico durante el parto vaginal, disminuir el riesgo de lesiones fetales, evitar la incertidumbre y el dolor por el trabajo de parto sin olvidar la conveniencia.
Conclusión.
A pesar del incremento de la tasa de cesáreas en nuestro país, algo más bajas en instituciones públicas que en privadas, los profesionales se han planteado como objetivo la reducción de este porcentaje, pues lleva implícita una reducción de la morbilidad materno-fetal, así como de los costes sanitarios. Este ajuste de cifras conlleva la modernización de los protocolos y la actualización de los profesionales que trabajamos con la gestante, sin menosprecio de las cesáreas oportunamente indicadas en las situaciones de riesgo para la madre o el feto.
