Humanización del parto

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El concepto humanización es un constructo algo vago y amplio, de tal forma que es difícil delimitarlo, pero tratemos de hacerlo, humanizar la salud ‘constituye un compromiso ético de considerar a la persona en su globalidad’ (Bermejo Higuera, JC. Humanizar la salud. Counselling en Salud. 2013), y esto precisa de una atención integral, donde se incluyen aspectos no solo sanitarios, también personales de habilidades y de valores, y que permiten al individuo tomar decisiones sobre su salud.

En 2001 el IOM (Institute of Medicine de los Estados Unidos), señaló que todo sistema sanitario debe prestar una atención segura, efectiva, centrada en el paciente, eficiente, oportuna y equitativa. La mejora de la calidad asistencial surge de espacios donde se integra el conocimiento científico, tecnológico, junto al de los proveedores de asistencia sanitaria, industria y clientes (usuarios, pacientes y ciudadanos) (Obtenido del Manual de Calidad Asistencial. SESCAM. 2009).

No son pocas las publicaciones que respaldan la idea de mejora de la calidad, mediante una serie de medidas, como son: transparencia en las cuentas, información y formación sobre la forma de actuar (Medicina Basada en la Evidencia) y mejora en la colaboración con los ciudadanos (ya sean usuarios o no), entre otras. A pesar de ello existen pocas evidencias de que el SNS (Sistema Nacional de Salud) este cambiando en función de los estudios sobre satisfacción y todo ello como consecuencia, especialmente, de las barreras que dificultan la puesta en práctica de protocolos más humanizados principalmente.

Modificar la forma de trabajar de un colectivo puede ser interesante siempre y cuando se comparta la misma filosofía de trabajo, considerando que en algunos centros la jerarquización puede ser una barrera para el manejo del parto de una forma menos intervencionista. También es relevante aprender a implementar y compartir responsabilidades y competencias por parte de los profesionales y la mujer (así como de sus familiares), por ejemplo de la mano del plan de parto, que no es otra cosa que un documento donde la gestante deja constancia por escrito de sus preferencias en el momento del parto.

Cuando hablamos de humanización se pueden herir susceptibilidades en el ámbito profesional, porque podemos sentir que se descalifica nuestra forma de trabajar, las habilidades que hemos desarrollado e implementado durante años. No podemos olvidar que la mayoría de estas capacidades son mejorables: lo que hace unos años era una práctica admitida por todos hoy se ha visto modificada por la evidencia científica (en última instancia con el fin de la satisfacción materno-fetal y alcanzar los mejores resultados sanitarios).

Según algunos estudios faltan profesionales (y la implicación de estos para lograr nuevos retos), además de salas y centros en condiciones. Debemos reconocer que no se puede alcanzar una adecuada y equilibrada intervención durante el parto ‘sin el respeto a la autonomía, el protagonismo y la corresponsabilidad de la mujer’ y los derechos de los neonatos (Buenas Prácticas en Atención Perinatal. Proyecto de humanización de la atención perinatal en Andalucía. 2008).

Se debe afianzar la confianza entre la institución y la gestante, sin dejar de lado aspectos tan importantes como la mejora constante de la actuación sanitaria (la búsqueda de la excelencia) acompañado de un trato donde se proteja la intimidad de la mujer y se fomente su independencia decisional. Todo esto conlleva:
a. Eliminar aspectos que limiten las buenas prácticas en atención perinatal.
  b. Unificar los conocimientos científicos (medicina basada en la evidencia)y en la humanización.
  c. Un servicio público de salud con una dimensión de justicia social y universal, respetando a las  personas, la autonomía de la mujer y los derechos del recién nacido.

En la medida que la relación sanitario-usuario se interpreta como una relación entre seres autónomos e iguales, la vulnerabilidad del último, la necesidad de asesoramiento, recomendaciones, acompañamiento…no reciben especial atención. Es más, la necesidad de contención y orientación por parte del sanitario no se percibe como esencial para el proceso de toma de decisiones’ (Bioética de la Maternidad, humanización, comunicación y entorno sanitario. Boladeras, M. Goberna, J. 2017, p. 126), este es a groso modo el modelo de relación asistencial informativo que sustituye al paternalista, donde todo queda supeditado a los profesionales. Un punto de inflexión es el modelo deliberativo, donde la autonomía se convierte en el punto central, y enfocado desde un aspecto relacional (interpersonal) con el sanitario.

Humanizar en la salud no solo se relaciona con los aspectos ’tangibles’ de la actuación sanitaria, se amplia con aspectos como la autopercepción, el respeto a los valores y, sobre todo, considerar al individuo en su globalidad. Hablamos pues de un enfoque holístico, no solo se identifican los problemas y se actúa sobre estos, los profesionales valoran los recursos, habilidades y necesidades con el fin de que el protagonista del proceso sea el paciente.

Dentro de este último enfoque, donde el paciente se convierte en el eje del sistema sanitario, surge en el SESCAM el Plan Dignifica, refrendado por las premisas propias de la asistencia sanitaria actual, donde se aúnan ‘innovación, conocimiento y humanización’.

Las relaciones personales, la dependencia y la necesidad de otros no pueden ignorarse en los procesos de toma de decisión, ya que el pleno ejercicio de la autonomía necesita de deliberación, necesita de los demás’ (Bioética de la Maternidad, humanización, comunicación y entorno sanitario. Boladeras, M. Goberna, J. 2017, p. 106). En este enfoque la persona es el eje central y se puede llevar a cabo, por ejemplo, con el citado plan de parto.

Algunas matronas ‘subrayan que la asistencia a los cursos de preparación al nacimiento facilitaría mucho la colaboración con los profesionales del hospital’ (Amabilidad, respeto y dignidad. Hacia la humanización del parto y el nacimiento. Bretín, H. Gómez, C. Junta de Andalucía. Consejería de Salud. 2010, p. 52), y contribuiría al empoderamiento de la mujer gestante.

Las nuevas organizaciones deberán ser flexibles, con inclinación al cambio y la innovación. Respecto a las nuevas tecnologías y la salud, el acceso a la información facilita en el usuario su capacidad de decisión, su autonomía y como no, su poder. Estamos ante los e-pacientes (con acceso a la red), una nueva tendencia para informarse, para contrastar actuaciones o decisiones y experiencias de otros usuarios.

Aunque esta situación no carece de inconvenientes, pues el acceso a un número ingente de información plantea en la internauta, como citaba Umberto Eco, la gran dificultad de su filtrado y selección.

Los usuarios se encuentran informados, son exigentes y con capacidad de decisión, punto donde se está haciendo hincapié durante los últimos años, considerándose que la participación pública es un requisito imprescindible para que el sistema sanitario sea eficiente. Para realizar un proceso de cuidados humanizado no solo debemos considerarlo como un acto volcado en el ‘otro’ sino que nosotros debemos vivir ‘humanamente para transmitir humanidad’ (El compromiso de la humanización en las instituciones sanitarias. Bermejo, JC. Villacieros, M. 2013).

Por tanto estamos ante nuevos conceptos, como pueden ser capacitación y empoderamiento, que deben ubicarse en nuestra estructura sanitaria. Como cita John P. Kotter, ‘empoderamiento no significa otorgar y transferir a las personas nuevas autoridades y nuevas responsabilidades y luego retirarse. Empoderamiento significa retirar las barreras que nos separan’.

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