Durante tu actual embarazo te hacen una serie de analíticas de sangre y salen unas cifras de glucemia alteradas y vaya, te diagnostican de diabetes gestacional, con esta nueva entrada tratamos de esclarecer un poco esta situación. Nos gustaría que al final de este artículo tuvieras claro los siguientes aspectos:
- ¿De qué hablamos al referirnos a diabetes gestacional?
- ¿Qué implicaciones tiene sobre tu salud y la de tu hijo?
- ¿Cuáles son las herramientas terapéuticas que nos ayudan a enfrentarnos a esta patología?
- Otras acciones.

Podríamos incluir en este texto una serie de premisas sobre diagnóstico, tratamiento, repercusión clínica, etcétera, pero seamos prácticos y sobre todo tranquilicémonos, con un buen control no tiene porqué aparecer ninguna alteración. Pero para ello debes saber en que consiste este.
La diabetes gestacional (a partir de ahora DG) es considerada como una intolerancia a la glucosa que produce niveles altos de esta en sangre y que se detecta por primera vez durante el embarazo y que normalmente se normaliza después del parto, pero no debemos dejar de lado a aquellas gestantes que ya eran diabéticas antes de su embarazo (diabetes pregestacional).
La DG se entiende como una ‘insuficiente adaptación a la insulinresistencia que se produce durante el embarazo’(GEDE, 2006), pues el embarazo es diabetógeno porque durante la gestación las mujeres no diabéticas pueden convertirse y las ya diabéticas pueden empeorar su situación.
Cuando decimos que es diabetógeno nos referimos a que favorece el aumento de glucosa en sangre durante la gestación por diversas causas: existe una disminución de la tolerancia a la glucosa en esta etapa, también durante la misma el uso periférico de la misma disminuye, así como la resistencia periférica a la insulina, por otro lado, frecuentemente la primera manifestación diabética puede aparecer en el embarazo.
Tras una primera prueba de control o test de O’Sullivan, que suele realizarse entre las 24-28 sg (semanas de gestación), te determinaron en sangre el nivel de glucosa y tuviste las cifras alteradas (son anormales las glucemias mayores o iguales a 140 mg/dl), si sale negativa podría repetirse la prueba varias semanas después si tienes factores de riesgo. Al existir alteración se realiza la curva de glucemia que nos señalará si verdaderamente estás dentro de la normalidad, eres diabética o tienes intolerancia a la glucosa.
Una glucosa basal de 200 mg/dl ya nos indica que padeces DG, no nos haría falta la sobrecarga de glucosa. La diabetes es la complicación más habitual durante el embarazo.
No es lo mismo tener cifras ‘casi’ alteradas, lo que llamamos intolerancia a la glucosa, que estar incluida en el rango de pacientes con DG (que podrían, en algunos casos, ser tratadas con insulina) pero que en todo caso precisan de una mayor vigilancia de glucosa en sangre.
La diabetes es consecuencia de la ineficacia absoluta o relativa de la insulina sobre sus órganos diana y caracterizada por elevados niveles de glucosa en sangre y orina.
La insulina es la hormona que se encarga de disminuir la glucosa en sangre tras la ingesta y favorece que dos terceras partes se almacenen y utilicen en los periodos de ausencia de esta.
La diabetes mellitus (DM) se produce por deficiencia de insulina (DM tipo I) o por una menor eficacia de esta (DM tipo II). Ahora bien, nos podremos encontrar con gestantes que anteriormente padecían esta patología o aquellas donde esta situación se produce por primera vez durante el embarazo. Un exceso de insulina produce hipoglucemia, con el consecuente aporte inadecuado al encéfalo.
¿Qué factores de riesgo se asocian con la DG?
Estos son, entre otros, la obesidad, ganancia excesiva de peso durante el embarazo, historia previa de anomalías metabólicas de la glucosa, familiares de primer grado con esta patología y durante el embarazo sufrir: polihidramnios, infecciones urinarias de repetición, candidiasis vaginal y sospecha de macrosoma.
En algunos artículos se encontró una relación directa entre las complicaciones y el IMC (índice de masa corporal) preconcepcional. La gestante con DG tiene mayor riesgo de presentar hipertensión (que puede asociarse a preeclampsia, cuyo riesgo aumenta de 7 a 8 veces en estas), parto prematuro, polihidrámnios (asociado a feto macrosoma), junto a una mayor probabilidad de inducción del parto y partos distócicos (con complicaciones) que pueden acabar en cesárea.
En las mujeres con sobrepeso y obesidad, la pérdida de peso antes del embarazo disminuirá el riesgo de padecer DG, y sería interesante tratar estos casos mediante el consejo preconcepcional.
Y ¿Qué afectación puede aparecer en el neonato? Macrosomía (que le puede implicar traumatismos durante el parto), prematuridad y síndrome de distrés respiratorio, alteraciones metabólicas y a largo plazo, obesidad y diabetes principalmente.
¿Por qué controlar los valores de glucemia (glucosa en sangre)?
Con este control reduciremos la posibilidad de macrosomía en el feto (y sus patologías asociadas) y se obtendrá una ganancia ponderal adecuada. Te daremos las cifras que te pueden orientar:
- Glucemia basal capilar entre 70 y 95 mg/dl.
- Glucemia pospandrial (a la primera hora) capilar entre 90 y 140 mg/dl.
- Glucemia pospandrial capilar, a las dos horas, con valores menores de 120 mg/dl.
- HbA1c (hemoglobina glicosilada) inferior al 6% (aunque algunas guías no recomienden esta para establecer el diagnóstico de DG, ni para el control y seguimiento durante el embarazo).
- Ausencia de cetonuria y evitar las hipoglucemias.
El objetivo es alcanzar glucemias en ayunas inferiores a 95 mg/dl y pospandriales por debajo de 140 mg/dl a la hora, lo que disminuye el riesgo de complicaciones. Si la glucemia no se puede controlar mediante dieta y ejercicio, se adaptará el tratamiento farmacológico (insulina).
La base de la actuación terapéutica en la DG se centran en dieta, ejercicio y tratamiento farmacológico si es preciso (insulina en este caso). Respecto a la dieta, esta debe ser equilibrada y añadir a la misma ‘una ingesta abundante de fibra vegetal en forma de fruta y vegetales frescos’ (Fisterra.com). Algunos autores señalan que las mujeres sobre las que se interviene sobre su estilo de vida tienen menos probabilidad de sufrir depresión posparto y es más probable que alcancen su peso ideal tras finalizar la gestación.

El autocontrol de esta enfermedad precisa de nuevas habilidades y actitudes por parte de la gestante. Una concepción integral del tratamiento nos obliga a actuar de manera individualizada, pues cada mujer precisa de aspectos singulares.
‘Algunos estudios demuestran que el ejercicio físico en las embarazadas, no solo previenen la ganancia excesiva de peso, también la hipertensión y la DG’ (Nutrición Hospitalaria). Pero este beneficio no recae solo en la madre, el feto se beneficia de un adecuado control, pues contribuye a la disminución del riesgo de peso elevado lo que podría conllevar, como ya señalamos, un parto distócico.
Actualmente los malos hábitos dietéticos provocan en la población sobrepeso y obesidad, en porcentajes que se sitúan en el 53 y 20% respectivamente en nuestro país.
La actividad física se indica como un factor importante para que la gestante aborde su embarazo de manera saludable, se recomiendan ejercicios de intensidad moderada durante media hora y casi todos los días. ‘Se ha podido comprobar en diferentes revisiones que la actividad física más adecuada para las mujeres embarazadas es la que se lleva a cabo en el medio acuático‘ (Nutrición Hospitalaria). En este medio se evitan las sobrecargas sobre las articulaciones y disminuye la demanda de oxígeno con respecto al ejercicio realizado en tierra.

La actividad física es buena en la gestante durante todo su embarazo, incluyendo el parto y posparto, pues se asocia con menor dolor (el ejercicio libera endorfinas) y esfuerzo al dar a luz. Al mejorar la movilidad de la pelvis y la flexibilidad de los ligamentos facilita que el parto sea natural.
Respecto a la nutrición, esta debe adaptarse a las necesidades de cada mujer, realizando de 5 a 6 comidas diarias preferentemente (durante la noche no se recomienda el ayuno superior a 8-9 horas), con aporte extra de alimentos ricos en hierro y ácido fólico, restringiendo los hidratos de carbono, especialmente los que contienen azúcares refinados. También se incrementará el aporte de cereales (fibra), frutas y trataremos de evitar fritos, rebozados, sofritos y grasas animales. Te indicamos una app que te puede interesar.
Otras acciones a tener en cuenta.
Normalmente las glucemias durante el puerperio se normalizan, lo que no quita que se establezcan una serie de pruebas, para detectar la posible aparición de DM tipo II o prediabetes, a las 6-12 semanas posparto y si estas se situasen dentro de la normalidad el control glucémico se establecería, al menos, cada tres años.
Por último, indicarte que el tratamiento de la DG es multidisciplinar, no solo te asesorarán ginecólogas, enfermeras, nutricionistas y matronas, los endocrinólogos te guiarán en las modificaciones pertinentes respecto a esta patología.
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