Alteración del líquido amniótico (I)

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Polihidramnios

Sabemos que, en caso de producirse la fecundación, la unión acertada del óvulo y el espermatozoide (y de la carga genética de ambos progenitores), el blastocisto anidará en la superficie endometrial y su desarrollo dependerá en buena medida de las células del trofoblasto*, las endometriales y la decidua materna. En este equilibrio entre dos sistemas inmunitarios diferentes (materno y fetal), la placenta crea un ambiente óptimo hormonal que ayudará, entre otras cosas, a que el embarazo perdure y que al final del mismo se activen los procesos decisivos para que el parto se produzca.

*El trofoblasto es la capa externa celular que envuelve el blastocisto y que nutre al embrión (y que es integrante de lo que posteriormente será la placenta).

Durante la vida intrauterina el feto realiza sus funciones renales, hepáticas y pulmonares a través de la placenta, conectando el sistema vascular fetal de forma indirecta con el materno (que irriga los espacios intervellosos a partir de los vasos uteroplacentarios). Se considera fisiológico que el líquido amniótico (a partir de ahora LA) alcance el litro hacia las 36 sg (semanas de gestación), decreciendo hasta llegar a los 200 ml (o algo menos) a las 42 semanas.

Pues bien, cuando el volumen disminuye por debajo de unos valores considerados como normales lo llamamos oligohidramnios u oligoamnios, y cuando está por encima de esos valores polihidramnios.

Para cuantificar el LA en 1987 Phelan idea una valoración que llamaría AFI (o ILA – índice de líquido amniótico), que verás descrito en algunas de tus ecografías. Y que se obtiene al sumar las mediciones verticales de las acumulaciones más grandes en cada uno de los cuatro cuadrantes uterinos equivalentes.

Para el Hospital Clinic de Barcelona la medición de LA se puede llevar a cabo mediante dos técnicas: la máxima columna vertical (MCV) y el índice de LA (ILA), la primera considera normales cifras que se situarían entre los 2 a 8 cm, en cuanto al ILA se aceptan como fisiológicas cifras entre 5 y 25 cm (siendo posible realizarlo a partir de las 24 sg).

Por tanto, el diagnóstico de polihidramnios se establece cuando el MCV de LA es mayor o igual a 8 cm y/o un ILA ≥ de 25 cm. Existiendo tres niveles de severidad:

  • Leve, con ILA de 25 a 29 cm.
  • Moderado, con un intervalo de 30 a 34 cm.
  • Severo, si es ≥ 35 cm.

El polihidramnios tiene una incidencia del 1% de las gestaciones y se suele definir cuando encontramos cifras de AFI superiores a 24. El grado de este, así como su pronóstico se relaciona con la causa, en los casos más severos se vincula con malformaciones fetales, especialmente del SNC o del tubo digestivo (como pueden ser la anencefalia y la atresia esofágica). Pero debemos bajar la alarma ante esta información, en el ‘Spanish Collaborative Study of Congenital Malformations’ de más de 27 000 fetos anómalos, solo el 3,7% presentaba polihidramnios y el 3% oligoamnios.

Aunque también pueden encontrarse otras causas que produzcan polihidramnios, como son: diabetes mellitus, alteraciones cromosómicas y genéticas, embarazo múltiple, infecciones, isoinmunización, entre otras. Un 50 a 60% de estos son idiopáticos (de causa desconocida).

Como ya os dijimos su diagnóstico se efectúa ecográficamente, aunque también se pueden observar determinados datos clínicos, como son la dificultad de palpar pequeñas partes fetales o el de auscultar la FCF (frecuencia cardíaca fetal).

Y ¿Cuál es la evolución del embarazo ante el polihidramnios?

Tres son las complicaciones más frecuentes que se relacionan con esta afectación: el desprendimiento prematuro de placenta normoinserta (DPPNI), la disfunción uterina y la hemorragia posparto. Esta dos últimas se producirán por atonía uterina (pérdida del tono muscular y por tanto de la capacidad de contraerse) subsecuente a la sobredistensión de este órgano.

Debemos señalar que cuanto más intenso sea el grado de polihidramnios la tasa de mortalidad perinatal será más elevada, además los resultados negativos se incrementarán si se asocian a este, la diabetes mellitus, eritroblastosis fetal y prolapso de cordón umbilical.

El pronóstico del polihidramnios en el segundo trimestre dependerá de su intensidad, por ejemplo, en el leve los resultados suelen ser aceptables, en algunos estudios (Glantz et al, 1994) se corroboró que el 75% de los casos de este tipo de polihidramnios se reabsorbió espontáneamente.

Tratamiento

Los grados menores no requieren tratamiento, los grados moderados con molestias se suelen tratar en el momento del parto o si ocurriera rotura de membranas. En los graves serán hospitalizadas si existe disnea, dolor abdominal o cualquier otra dificultad.

Se ha empleado la indometacina como tratamiento del polihidramnios sintomático, este fármaco altera la producción de líquidos por el pulmón o aumenta su absorción, disminuye la producción fetal de orina e incrementa el movimiento de líquido a través de las membranas fetales.

En cualquier caso, el tratamiento puede ser etiológico o sintomático, en el primer caso, si está identificada la causa se debe tratar si es posible y en el segundo, se actúa con el propósito de disminuir la cantidad de LA.

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