
¿Qué tal estáis? Bueno, retomemos este blog con unas notas sobre patología hepática durante el embarazo. En primer lugar, señalar que la embarazada puede presentar cualquier enfermedad relacionada con este órgano, aun así, existen una serie de patologías características de esta etapa gestacional.
Pero antes de adentrarnos en este tema hagamos un poco de memoria y hablemos sobre este órgano maravilloso que es el hígado. Es uno de los mayores órganos corporales, con cerca de kilo y medio de peso y funciones variadas e imprescindibles, principalmente: la de digerir los alimentos (los nutrientes básicos que facilitarán nuestro equilibrio orgánico), en segundo lugar, la de almacenar energía (en forma de glucosa) y, en tercer lugar, la de eliminar sustancias tóxicas (principalmente fármacos y alcohol), entre otras.

Funcionalmente, es a través de la arteria hepática como la sangre oxigenada, que llega del corazón, accede a este órgano, y de la vena porta, la sangre rica en nutrientes desde el intestino. Secretor de la bilis, descompone las grasas del intestino delgado durante la digestión, además de depurar toxinas, almacenar vitaminas y glucógeno, amén de otras cosas.
Durante el embarazo, el hígado no sufre cambios significativos a nivel funcional y anatómico, si bien es cierto que disminuye la producción de albumina, aumentan las globulinas, el colesterol y los factores de coagulación (el fibrinógeno en un 50% durante el segundo trimestre del embarazo), todo ello con el fin de favorecer el parto, cosas de la naturaleza.
Estadísticamente aparece una hepatopatía por cada 500-5000 embarazos, y las tres cuartas partes son hepatitis virales o colestasis gestacionales.
El diagnóstico de estas enfermedades dependerá de varios aspectos: síntomas, momento de la gestación donde se presenta, pruebas de laboratorio y pruebas complementarias, como la ecografía. Suelen cursar con incremento de las enzimas hepáticas (bilirrubina, transaminasas, etc), y la edad gestacional ayuda a la hora de establecer un diagnóstico diferencial, por ejemplo, durante el primer trimestre el cuadro más encontrado es la hiperémesis gravídica, durante el segundo y tercer trimestre, la colestasis intrahepática, la toxemia gravídica (preeclampsia y eclampsia) y el síndrome de HELLP, y durante el tercer trimestre, destaca la esteatosis aguda del embarazo.
Hoy nos centraremos en colestasis y esteatosis, dejando a un lado la toxemia gravídica e hiperémesis que precisan de una mención aparte, especialmente la primera.
Colestasis
Consecuencia de la disminución o el bloqueo del flujo de ácidos biliares al intestino y por ello, que este exceso de bilis penetre en sangre es lo que denominamos como colestasis. Su origen es desconocido, aunque se asocia con factores hormonales, hereditarios y ambientales. Ante estas circunstancias se pueden producir determinados efectos sobre la madre y el feto, en la primera, picor en palmas de las manos y plantas de los pies, además de malabsorción y esteatorrea (diarrea con secreciones lipídicas), lo bueno, que dichos síntomas ceden tras el parto, por ello se suele inducir el parto alrededor de la semana 36-38 de gestación.

El diagnóstico de estas alteraciones suele vincularse con prurito severo en las palmas y las plantas que puede generalizarse, como citamos anteriormente, además puede presentarse ictericia. En cuanto a los datos analíticos: elevación de ácidos biliares, incremento de transaminasas y de la bilirrubina, también la fosfatasa alcalina puede estar elevada. Si todo ello se asocia con una disminución del tiempo de protombina, incidirá en que se produzca un incremento de la hemorragia posparto.
Es interesante señalar, relacionado con el feto, que el aumento de los ácidos biliares se relaciona con: incremento de las contracciones uterinas (lo que favorece el parto pretérmino), de la motilidad intestinal fetal (puede aparecer meconio en líquido amniótico) y vasoconstricción de las vellosidades coriónicas placentarias que podría provocar hipoxia aguda fetal.
Esteatosis aguda del embarazo
Degeneración grasa hepática aguda e hígado graso agudo que cursa durante la gestación, suele presentarse en el tercer trimestre y se asocia con la infiltración grasa microvascular en los hepatocitos.
La gestante suele presentar vómitos, náuseas y dolor epigástrico, siendo su tratamiento inespecífico, por lo que se recomienda, al igual que en el caso anterior, finalizar la gestación.
Un saludo, cuídate.


