
La importancia de esta alteración radica en tres aspectos fundamentales: en primer lugar, por ser una de las endocrinopatías más frecuentes durante el embarazo, en segundo lugar, por estar asociada a complicaciones maternas, fetales y neonatales, y, por último, al hecho de que actualmente existe la evidencia de que la hipofunción del tiroides, incluido el hipotiroidismo subclínico, se puede asociar a daño cerebral fetal.
Como consecuencia de ello, es preciso establecer un cribado universal, a toda gestante, con el fin de detectar a aquellas que se alejan de la normalidad y que precisan tratamiento.
En estas circunstancias, hipotiroidismo, se tiene un mayor riesgo de infertilidad, abortos, hipertensión, anemia, diabetes y sus hijos pueden nacer prematuramente, con bajo peso, alteraciones respiratorias y neurológicas, entre otras.

El diagnostico se debe realizar mediante determinación bioquímica, pues estos trastornos suelen ser asintomáticos o en todo caso, con síntomas inespecíficos.
Pero antes de continuar debemos recordar que el tiroides es aquella glándula que se sitúa en la zona central del cuello y que produce y libera hormonas, además de captar yodo para formar estas, como la T4 o tiroxina, al ser estimulada por la hormona estimulante de la tiroides (TSH). Por ello, las cifras de la TSH y T4 nos indican como se encuentra dicha glándula. A groso modo podemos valorar:
| TSH | T4 libre | |
| Hipotiroidismo primario | ↑ | ↓ |
| Hipotiroidismo subclínico | ↑ | Normal |
Concretando, las enfermedades tiroideas son la segunda alteración endocrina en las mujeres en edad reproductiva después de la diabetes, por lo que es frecuente la asociación entre gestación y disfunción tiroidea.
Durante la gestación, hipo e hipertiroidismo pueden tener su primera manifestación durante el embarazo, influyendo de manera ostensible sobre la función normal de la tiroides. Como hemos citado, su disfunción, puede afectar la fertilidad femenina, el discurrir del embarazo, la salud fetal y del recién nacido.
Otro aspecto a considerar es que la función materna y fetal están interrelacionadas, por ejemplo, la glándula tiroidea fetal capta yodo y sintetizan hormonas desde las 11-12 sg (semanas de gestación), hasta la 36 sg que ya adquiere niveles de adulto.

Lo que puede desorientar en su diagnosis es que los cambios gravídicos se parecen mucho a las alteraciones tiroideas e incluso existen disfunciones que pueden desequilibrar la función tiroidea, como la hiperémesis gravídica o la mola.
Si nos adentramos en la fisiología, debemos reconocer que durante el embarazo se produce un incremento de la actividad metabólica gestacional de la tiroides en un 50%, y por ello se debe dar un aporte extra de yodo. Aumentará el tamaño glandular en un 10% en aquellas embarazadas que tienen un aporte adecuado de yodo, pero en las que tienen un déficit será de un 20 a 40%, provocando bocio. Concluyendo, esta etapa vital supone una prueba de estrés tiroideo.
Por lo anterior, aquellas mujeres que tengan una reserva tiroidea limitada, bien por cirugía o radioterapia, por ejemplo, e incluso déficit de yodo podría provocar hipotiroidismo. Debemos considerar, que:
- Las disfunciones tiroideas pueden afectar la fertilidad de la mujer, el curso del embarazo establecido, la salud fetal y el estado materno y del recién nacido en el posparto.
- La función tiroidea materna y la fetal están íntimamente ligadas.
- Los cambios gravídicos pueden simular en ocasiones la sintomatología de las alteraciones tiroideas.
- Cuadros gestacionales como la hiperémesis gravídica o la mola hidatiforme pueden alterar también la función tiroidea.
A la hora de establecer el diagnóstico, definiremos hipotiroidismo primario materno ante TSH elevada. Y esta afectación podría tener efectos adversos graves sobre el feto, asociándose a un aumento de la morbimortalidad perinatal. Por ello, las gestantes con hipotiroidismo deben recibir tratamiento con hormona tiroidea para normalizar los valores de TSH, idealmente en el primer trimestre de gestación.

Por esta razón se recomienda que la identificación de gestantes con hipotiroidismo tenga lugar durante la visita prenatal o en el momento del diagnóstico del embarazo.
Los síntomas clásicos del hipotiroidismo son resultado de la reducción de la actividad metabólica. Pudiendo presentar: estreñimiento, intolerancia al frío, calambres musculares, astenia, caída del cabello, piel seca, entre otros.
Y es importante determinar dicha patología, no solo por las repercusiones que hemos citado, también porque durante el primer trimestre las hormonas tiroideas que emplea el feto son maternas, pues dicha cara hormonal es imprescindible para el desarrollo cerebral fetal, especialmente en la primera mitad del embarazo. Y es en este periodo si no se trata, incluso en el caso de hipotiroidismo tiroideo leve, cuando se asocia a daño neurológico y retraso madurativo.
A modo de conclusión, podemos establecer: que esta afectación (hipotiroxinemia) debe tratarse con levotiroxina y suplementos yódicos, el objeto del tratamiento no es otro que normalizar la TSH sérica, cuando se diagnostique el hipotiroidismo subclínico en el embarazo deben hacerse controles posparto a los 6-12 meses y las mujeres en edad fértil tomen yodo (aproximadamente 150 mcg/día) en forma de sal yodada.

