Amigos para siempre

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No, no es la canción de Los Manolos (Friends for Life), veréis, si os hablara de millones de microorganismos con los que convivimos y que se interrelacionan con nuestro cerebro transmitiéndole información esencial, podrías decir, sí, ya lo sé, todo nuestro cuerpo se encuentra en perfecta simbiosis con miles de organismos que habitan tu cuerpo, nuestro cuerpo.

Y, ¿por qué te digo esto?, por la relación que se establece entre la mente y el intestino, a través de sus neuronas, mediada por el maremágnum de organismos que allí existen y conviven, que se reciclan y cambian a lo largo de nuestra vida, especialmente en la mujer.

Como cita la revista National Geographic, ‘uno de los ámbitos de investigación en microbiota más apasionante es el que se centra en el eje cerebro-intestino’. Debido a la comunicación entre ambos órganos, el más meridional de estos, envía informes a nuestro cerebro de lo que comemos o si el sistema inmune esta bajo mínimos, por ejemplo. Una información, a todas luces, esencial para que la homeostasis corporal sea adecuada.

Toda la información discurre por el famoso nervio vago, mediante neurotransmisores como la dopamina, serotonina, entre otros. Actualmente sabemos – se han realizado estudios en el campo de la neurogastroenterología (Premysl Bercik) donde se ha constatado (en ratones) – que la microbiota tiene una influencia clara sobre el estado emocional, especialmente en estados depresivos y ansiosos. Es más, otros autores hablan de la interrelación de estos compañeros de viaje y el parkinson (Ted Dinan, psiquiatra de la University College Cork en Irlanda).

De lo anterior, reconocemos pues que la microbiota intestinal juega un papel decisivo en la regulación de los procesos cerebrales y el comportamiento. Uno de los aspectos que nos interesa es, que la afectación de esta red puede ‘afectar la fisiología y la inflamación del sistema nervioso central, dando lugar a enfermedades psiquiátrica muy graves’.

Durante el embarazo, este conjunto de microorganismos que coloniza vuestro organismo (microbioma) dependerá de factores dietéticos, ambientales, genéticos e intrínsecos, variables a lo largo de la vida de la mujer y como no, de la gestación.

Ahora entendemos que estos microorganismos se relacionan con el posterior desarrollo fetal y neonatal, siendo la transmisión materna de estos, principalmente, a través de la placenta, la ingestión de líquido amniótico, y también, merced a la microbioma oral materna, que de manera decisiva influirá en la colonización intestinal fetal. En cualquier caso ‘la dieta de la madre tiene mayor repercusión a largo plazo en el microbioma intestinal de la descendencia, lo que puede contribuir, de forma independiente, a cambios epigenéticos*, extendiéndose más allá de la gestación.’

Hasta pronto.

*Estudio de los cambios que activan o inactivan los genes sin cambiar la secuencia del ADN, a causa de la edad y la exposición a factores ambientales (alimentación, ejercicio, medicamentos y sustancias químicas). Estos cambios modifican el riesgo de enfermedades y a veces pasan de padres a hijos.

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